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Parravicini

Juan de Jerusalén (Francia, 1040 d.C.) fue uno de los míticos ocho caballeros cruzados que junto a Hugo de Payns, en el año 1118, dieron origen a la legendaria Orden del Temple, popularmente conocidos como los templarios.

Curiosamente este caballero ya en su época tenía justa fama de poseer altos conocimientos en astrología y curanderismo, así como ciertas dotes adivinatorias. Dotes que posteriormente, cuando tenían 77 años, alrededor del año 1120, dejó por escrito en unos textos predictivos sobre el futuro de la humanidad.

 

Dicho manuscrito fue hallado en Zagorsk (Moscú) en el siglo XIV describiendo a Juan de Jerusalén como: “prudente entre los prudentes, santo entre los santos y que sabía leer y escuchar el cielo”.

En dicho texto igualmente se habla de este caballero como un eremita que invertía gran tiempo en la reflexión y el diálogo interno, en el retiro espiritual y la meditación. Así sus textos proféticos se mantuvieron en silencio, siendo custodiados, y conocido por muy pocas personas como el “Protocolo secreto de las Profecías”.

Fueron “redescubiertas”  en 1941, en el fragor Segunda Guerra Mundial, durante el expolia de la sinagoga de Varsovia (Polonia) por las SS nazis, llevadas a Berlín donde permanecieron hasta que la ciudad cayó en manos soviéticas y fueron entregadas al servicio secreto, al temido KGB. Fue el profesor M. Galvieski quién logró una copia de ellas publicándolas en 1994.

En las profecías de Juan de Jerusalén se ponen de manifiestos sucesos que hoy días estarían afectando a nuestra sociedad y al ser humano como el SIDA, la droga, la inmigración, el racismo, el radicalismo religioso, la prostitución, la sequía, el hambre, el cambio climático, el aborto, la clonación…

Sobre las Torres Gemelas y el ataque al World Tarde Center el 11-S dice:“Habrá llegado el tiempo de las invasiones bárbaras. Escucharán las prédicas de la venganza y se lanzarán al asalto de las torres orgullosas…”.

“Todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la Tierra; se verá al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos cubiertos de moscas y al que se da caza como a las ratas.

Pero el hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras él dormirá sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano lo recogerá con la otra”.¿Les suena? Lo estamos viviendo actualmente… No hacen falta más explicaciones. Pero fue profetizado por Juan de Jerusalén un lejano año de 1189…

“Cuando empiece el año mil que sigue al año mil…El oro estará en la sangre.

El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; La espada defenderá la serpiente. Pero el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra y los hijos de los hijos se convertirán en la nube ardiente; ellos alcanzarán los viejos estandartes”. Referencias al valor de la genética, a la pérdida de valores, a las luchas equivocadas.


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